miércoles, 29 de julio de 2009

LA DIOSA BAST




Egipto, misterios insondables,...Quién no se ha sentido alguna vez atraído por su magia, se ha maravillado ante la magnificencia de las Pirámides, de la Esfinge, rostro humano con garras de león, y ha sentido la vibración espiritual en sus divinidades, las cuales tuvieron la más diversa representación y fueron muy variadas llegando a conocerse más de tres mil. Inicialmente eran propias de cada tribu, y luego a medida que el país se fue unificando las divinidades más importantes fueron alcanzando carácter nacional.
Muchas de estas divinidades fueron zoomorfas, es decir, tuvieron la forma de animales, así Anubis, Dios de lo Muertos, tenía cabeza de chacal; Khnum, Dios Creador del Hombre, tenía cabeza de carnero; Horus Dios - Sol de cabeza de halcón, era una de las grandes divinidades del Valle del Nilo; Sekhmet, de cabeza de leona, diosa de la guerra sanguinaria y cruel.
Entre esta serie de divinidades, BAST diosa gato, venerada especialmente en el Delta del Nilo, también conocida como Ousbastis y Bastet, fue representada como una mujer, con cabeza felina.
Su ciudad, Busbastis, que significa "mansión de la Diosa Bast", llegó a ser capital de Egipto en su momento de mayor esplendor, siendo el edificio más importante de la ciudad, el templo dedicado a la diosa.
El culto al Gato, aparece en el Antiguo Egipto alrededor del año 2900 A.C., y según la mitología la diosa gata Bastet, defendió al Dios - Sol Ra contra los ataques de la serpiente Apofis, una de las deidades del mal hija y esposa del propio Ra.
Fue diosa de la guerra, de la fertilidad, de la alegría, de la maternidad, la fecundidad y otras virtudes femeninas, además de guardiana del hogar y feroz defensora de los hijos.
El simbolismo de BAST y su culto, fueron complejos, por un lado representaba la energía del sol etérea, cálida y vivificante, siendo esta su parte evidentemente femenina; de otro lado, la conexión con el culto a la luna, proveniente de la parte misteriosa y amante de la noche, propia de los gatos.
El Gato Sagrado de Bast, es asociado con la Diosa Bast, representada con figura humana y cabeza de gato.
La natural gracia y quizás las cualidades maternales del gato, sugirieron a los egipcios algunos aspectos de la Diosa.

EL GATO Y LA RELIGIÓN EGIPCIA
El que muchas divinidades egipcias fueran zoomorfas trajo como consecuencia que el animal fuera considerado no sólo un símbolo viviente del dios , sino era tomado como un "fragmento" o encarnación del dios mismo.
Así en los templos se mantenía un ejemplar que se consideraba la imagen viviente del dios , el cuerpo en el cual este había decidido habitar sobre la tierra . Inclusive se aplicaba a ellos la doctrina egipcia de la Supervivencia en el Más Allá.
Para el culto a Bastet los sacerdotes solían escoger un gato con unas características muy especiales, el cual era adorado y venerado como si se tratase de la encarnación de la diosa .
Los antiguos egipcios no dieron al gato un nombre específico lo llamaban por su onomatopeya: Miu para el masculino y Mit para el femenino.
En la vida cotidiana les daban un trato muy especial, eran considerados como un miembro muy respetado de la familia, y si alguno caía enfermo recibía atenciones como si de un niño se tratara ; si llegaba a morir la familia se vestía de luto, llegando hasta el punto de afeitarse las cejas en señal de duelo.
A los felinos fallecidos, se les llevaba a la casa de purificación para ser momificados, proceso que podía durar hasta 40 días. Luego, las familias ricas colocaban sobre la cabeza de la momia una máscara de bronce, para ser introducido en un sarcófago, y por último era conducido al cementerio seguido por un largo cortejo de parientes y amigos que lloraban desesperadamente, mostrando su desconsuelo .
El cementerio de gatos más grande de todo Egipto se encontraba en Bubastis, y a este lugar acudía gente de todo el país para dar sepultura a sus queridos felinos.
Existían leyes que prohibían tanto el perseguir como matar a los gatos, a tal punto que si alguien era responsable de la muerte de uno de ellos, podía ser condenado incluso a la pena capital.
En conclusión, todo este proceso en las costumbres y creencias de adoración hacia los felinos, los involucró cada vez más en los hogares y sitios de producción, donde fueron imprescindibles para la eliminación de plagas de roedores, garantizando así su permanencia junto al ser humano, hasta llegar a ser el compañero invalorable que es en nuestros días.